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GONZÁLEZ (El nacimiento de una nación)

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      El señor González apagó el televisor, abrumado por las noticias, preocupado por los acontecimientos bélicos y las posibles derivaciones, y miró a su alrededor. Muebles que no le gustaban, demasiados para un espacio reducido, todos heredados; las paredes con cuadros pintados por algún niño, vaya a saber quién, reproducciones de obras famosas, ya sin color, varias fotos familiares, incluida una suya en la que no se reconoce, diplomas enmarcados de su mujer odontóloga, que el día que se fue con su nueva pareja los dejó abandonados junto con él; una biblioteca nutrida con libros que no volverá a leer y otros que ni siquiera abrió; un equipo de música con varios años sin funcionar y a su lado una pila de discos de algunos lustros atrás, todos de sus hijos que se fueron de la casa hace años. Luego fijó la vista en el ventanal en el que se reflejaba su imagen, arrumbado en el sillón, mal entrazado, con los pies sobre la mesita en la que se amontonaban platos de comidas anteriores. Cómo

FORMACIÓN CIENTÍFICA | 3. Felicitas Cointreau

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FELICITAS COINTREAU Ilustración: Alejandro Barbeito Amaba a Felicitas. La amaba locamente. Y cada vez le pedía más. Lo que empezó con el pedido de un beso una noche de verano, después se hizo un amor caracterizado por una desmedida demanda. Su cuerpo, su mente... Su cuerpo, porque en un comienzo fue una relación de pasión y hasta cierta ternura. Luego se trató de una esclava sometida a los caprichos y exigencias de alguien que no encontraba límites. Su mente, porque paulatinamente ella fue perdiendo el criterio y se transformó en una autómata que adquiría vida cuando recibía alguna orden. Pero quería más. Quería su alma. Sin embargo, no encontraba cómo conseguirla. Hizo cuanto leyó, escuchó o imaginó para obtener su alma. Pero ni inmersiones en agua helada, ni extenuantes gimnasias, ni extrañas drogas ni sesiones de hipnotismo a las que la sometió le daban –pese a los signos– la certeza de ser el dueño de su alma. Un día su incesante búsqueda dio un giro. Entre las 19 acepciones que el

FORMACIÓN CIENTÍFICA | 2. Acerca de "La Metamorfosis"

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  Del libro de notas de un entomólogo   ACERCA DE "LA METAMORFOSIS" Ilustración: Alejandro Barbeito La aparición de un trabajo, de pretensioso título científico, que liviana y erráticamente incursiona en el campo de la entomología, obliga a quien acumula tras de sí años de estudio y observación del mundo de los insectos a hacer algunas consideraciones. Procuraré no imbuir de excesos académicos a estas anotaciones, que sólo pretenden contribuir al conocimiento científico, y juzgar la calidad y rigor –si acaso los hubiere– de una publicación que me llegara merced a alguna mano anónima que la depositó en mi mesa de trabajo, a la que he procurado galardonar en mi larga trayectoria con obras señeras en la materia.      Se trata de "La metamorfosis", libro del que ignoro la fecha cierta en que fue escrito y cuya autoría se adjudica a quien firma como Franz Kafka Puesto que –según entiendo– la citada obra goza de gran predicamento en el ambiente joven de nuestros claustro

FORMACIÓN CIENTÍFICA | 1. Breve historia de la levitación

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A comienzos de los ochenta llegó a mis manos un libro titulado “Literatura rusa del absurdo” –hoy inhallable– y tuve algo así como un amor a primera lectura. Entusiasmado compuse un puñado de textos cortos cercanos a ese género, escritos a mano y luego tipeados en una Lexicon 80 (máquina burocrática, si las hay). Varios años después, algunos de ellos –que se podrían denominar de ciencia ficticia– fueron publicados en La ciencia y el hombre, revista de la Universidad Veracruzana (1998, Vol X), bajo el título general de Formación científica. Pese a los recientes y malos recuerdos que trae la sola mención de la cuarentena, según el diccionario de la RAE la palabra alude a unas cuantas cosas, además del aislamiento preventivo.Por caso, cualquier período de 40 días, meses o años. Estos textos se acercan a su propia cuarentena. Están como entonces. Yo, no. ░░░ Breve historia de la levitación (y algunas instrucciones para su práctica) Ilustración: Alejandro Barbeito               La historia

JIM

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  A medio siglo de la muerte de Jim Morrison  JIM Para Carlos Carignani                Cuando empezó la semana se dio cuenta de que le quedaban apenas dos días libres, porque el miércoles tenía planeado el Pompidou y el jueves se dedicaría a buscar algunos regalitos, y el viernes a la tarde ya tenía que enfilar al De Gaulle para pegar la vuelta. Entonces desayunó un café con un buen trozo de baguette y mermelada, puso una manzana en la mochila y partió. A cumplir el rito, le dijo irónico su amigo Carlos. Y aunque no lo había pensado, ya lo era. Desde antes de jubilarse empezó a ir todos los años a Europa, con París como base, e iba al departamento de Carlos, a pocas cuadras de Pere Lachaise, y en cada viaje se daba una vuelta por el cementerio. Caminó por el boulevard de Menilmontant agradeciendo que su amigo no se hubiera ofrecido a acompañarlo, porque lo privaría de algunos actos que repetía en cada visita. y como en anteriores ocasiones se preguntaba qué era lo que tanto le atraía d

TIET BERNAT

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Ilustración: Alejandro Barbeito Para Alberto Edel León, el Beto Desde que conocí al tío Bernat, el tiet, o quizás deba decir desde que me acuerdo de él, de su aparición en mi vida, siempre me impresionaron sus ocurrencias y sus salidas imprevisibles, que hicieron que yo lo adorara y que algunos dijeran de él “hay que dejarlo correr para el lado que dispara”. La frase se usaba con otro sentido, pero es que si tenía algunas conductas inesperadas, si su humor era cambiante, cambiante hasta el desconcierto, había que buscar en sus años jóvenes, donde precisamente anduvo disparando. Disparando su fusil, y luego disparando de la muerte. El tiet había nacido en un pueblito de Cataluña, no muy lejos de Girona, que sin dudas habrá sido muy distinto entonces que cuando yo lo conocí hace varios veranos. Era de familia pobre y a los dieciocho años saludó a sus padres y rumbeó a Barcelona, con la escuela sin terminar pero sabiendo leer y escribir y, lo más importante, con los rudimentos de un ofici

The Johnny Rivers’ affair

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217 Los días transcurren, algunos los sufren, otros los ven pasar, están los que los cuentan y los que prefieren no mirar el almanaque, hay quienes ya no podrán contarlos (también los que intentamos contarlos, o en lo posible novelarlos), hay nuevos alterados, fastidiados, resignados, indiferentes, desquiciados… Hay de todo y todos esperamos que vuelvan los tiempos de abrazos, contactos y besuqueos.  Tras un tiempo largo –más de lo que pensaba, 217 días, para ser preciso– me propuse volver a este blog. Pero desde mi última incursión las cosas han cambiado y el ánimo general también. Entonces, si voy a aportar algo, que tire para arriba. Porque como decía aquella rumba de Peret, es preferible reír que llorar. A fines de los sesenta se editó en la Argentina un disco de Johnny Rivers –un long-play, tal como se llamaban los hoy rebautizados vinilos–, “Live at the Whisky a Go-Go”, cuya mayor novedad era incluir un tema que ocupaba toda una cara, casi 16 minutos de puro ritmo (una maravilla